Bible Studies for Adults - 2021 Q1 - A Faithful Family / Una Familia Fiel

From the introduction:

“Listen to Me, you who follow after righteousness, you who seek the LORD: Look to the rock from which you were hewn, and to the hole of the pit from which you were dug. Look to Abraham your father, and to Sarah who bore you; for I called him alone, and blessed him and in-creased him” (Isaiah 51:1, 2).

Four thousand years ago in the religious, economic, and cultural center that was Ur of the Chaldeans (present day Iraq), there lived a family: husband and wife. Their names were Abram and Sarai. How is it that forty centuries later, these two, among the millions of forgotten souls of Mesopotamia, would be remembered and revered by billions of people on planet Earth today?
The short answer is that God chose them. He plucked them out of the pagan masses for His own sovereign purposes: to remove the curse and restore the blessing to all creation. We remember this family because they heard God’s call, trusted God’s promises, and faithfully followed Him (Genesis 12:1-4).
Abram and Sarai still fascinate and inspire all servants of Christ who would be found faithful (1 Corinthians 4:1, 2). Their story is powerful not because they were perfect, but because they are like us in our hopes and fears, loves and limitations. And if we are to be faithful families, faithful followers of God, we do well to “walk in the steps of the faith” as they did (Romans 4:12).
These lessons retrace those divinely directed, promise-laden steps of faith. As we journey alongside Abraham and Sarah with sure strides and stumbles, it is my hope that we better understand what it means to be a faithful family in our own world of increasing unbelief — mothers and fathers of faith bringing God’s blessing in Christ to all we meet.

— Jason Overman

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De la introducción:

“Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué” (Isaías 51:1, 2).

Hace cuatro mil años, en el centro económico, cultural y religioso el cual era Ur de los caldeos (Iraq en el presente), vivía una familia: esposo y espo-sa; sus nombres eran Abram y Saraí. ¿Como es posible que cuarenta siglos después estas dos personas, entre los millones de almas olvidadas de Mesopotamia, serian recordados y reverenciados por millones de persones hoy en día en el planeta tierra?
La respuesta corta es que Dios los escogió. Él los arrancó de las masas paganas para Sus propios propósitos soberanos: remover la maldición y restaurar la bendición para toda la creación. Recordamos a esta familia porque ellos oyeron el llamado de Dios, confiaron en Sus promesas, y le siguieron fielmente (Génesis 12:1-4).
Abram y Saraí siguen fascinando e inspirando a todos los siervos de Cristo que serían encontrados fieles (1 Corintios 4:1, 2). Su historia es pode-rosa, no porque hayan sido perfectos, sino porque se asemejan a nosotros en nuestras esperanzas, temores, amores y limitaciones. Y si nosotros he-mos de ser familias fieles, y fieles seguidores de Dios, entonces haremos bien en seguir “las pisadas de la fe” como ellos lo hicieron (Romanos 4:12).
Estas lecciones reconstruyen esos pasos de fe divinamente dirigidos y cargados de promesas.
Al viajar junto a Abraham y Sara con pasos seguros y tropiezos, es mi esperanza que entendamos mejor lo que significa ser una familia de fe en nuestro propio mundo de creciente incredulidad — madres y padres de fe llevando la bendición de Dios en Cristo a todo el que encontremos.

— Jason Overman

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